“Del FMI están esperando conocer cual es el plan económico, reunirse con el equipo para ver cómo pueden seguir apoyando a la Argentina. Están en una actitud expectante yo creo que tienen buena voluntad, van a ser bastantes flexibles, toda negociación con el FMI es complicada. Son consientes de que la Argentina no está capacitada de producir un superávit fiscal primario hasta que no vuelva a crecer. Además son consientes de que el mecanismo de indexación previsional aprobado en el 2017 va a imponer una fuerte carga social este año”.

“Esta en la decisión del gobierno por donde empezar a negociar, hay tres intereses a articular. En primer lugar el de los argentinos y contribuyentes argentinos que tienen una carga fiscal muy alta con una economía en recesión  mucho espacio para aumentar y reducir los gastos no hay. Estimo que el gobierno aumentara las retenciones en función de un tipo de cambio muy competitivo y sobre todo retenciones a las exportaciones primarias. El segundo interés es el de los acreedores privados que tienen títulos de deuda que vencen tanto los vencimientos como los intereses y, el tercero es el acreedor público que es el FMI que son los contribuyentes de los países que ponen dinero en las reservas que tiene el FMI. Lo lógico sería empezar por una primera aproximación al FMI discutiendo cual es el programa y qué tipo de financiación hace falta para largar el crecimiento en la Argentina sin caer en default”.

“La contracara de la concentración de créditos es una concentración de vencimientos, que está en el 2022 y 2023. Es una concentración inmensa en cada uno de esos años habría que debitar aproximadamente el 25% de nuestras exportaciones solo para pagar al fondo. Hasta que no se despeje que va a pasar esos dos años es muy difícil negociar con los privados”.

“El primer paso debería ser tener un programa y al FMI consultarlo, convencerlo y antes de firmar tener una conversación en paralelo con los comités de acreedores”.