“La complejidad de la problemática de denunciar y las complicaciones que tienen de arribar a la justicia hace que los casos que deberían judicializarse sea una porción mínima de los que acontecen. Los niños dicen cuando pueden, en general hay momentos muy preciados que es cuando se encuentran lejos del agresor o en algún lugar que se sientan seguros y protegidos”

“Se sabe que en el 90% de los casos los agresores son conocidos porque necesitan armar un lazo de confianza para poder cometer el delito, pero lo importante es que la mayoría de las veces cuando están lejos del agresor espontáneamente cuentan lo que les está pasando”.

“La victimización sexual no tiene indicios específicos no hay algo que nos diga que tiene que ver con la victimización a no ser que sean lesiones evidentes y que tiene que ser comprobado por un médico. Pero hay una conjunción de situaciones que pueden darnos indicios de la victimización, en general tiene que ver con los cambios de conductas, se aíslan, hay ciertas regresiones, puede haber incontinencia de los esfínteres, trastornos del sueño, trastornos de la conducta alimentaria. La escuela es donde mayor alerta tienen en estos casos, lo que nos está pasando es que a partir de las clases de educación sexual integral empiezan a haber más denuncias porque empiezan a reconocer que hay situaciones que no son juegos y pueden decirlo

“Cuando la victimización sexual esta perpetrada por un desconocido denuncias mas tranquilamente porque no hay conexión, pero cuando se denuncia a alguien del círculo familiar se sabe que si se dice algo va a terminar en una crisis familiar muy caótica”.

“La denuncia es un rato pero lo que se viene después con los procesos judiciales, lo más importante es resguardar psicológica y físicamente al niño para que no le vuelva a ocurrir lo que le estaba ocurriendo pero tampoco que sea examinado por muchas personas para llegar la verdad”.