Lo más frustrante de los viajes hoy en día es que, no importa la cantidad de dinero que uno disponga, legalmente solo se puede consumir lo que nos permite el cupo Cadivi; amén de aquellos que tengan una cuenta en el extranjero y consideren la posibilidad de retirar fondos de las mismas para aumentar así sus compras.
Pasa con frecuencia que el cupo no termina alcanzando para las cosas que uno hubiese querido comprar, y he allí la razón por la que me atreví a escribir este artículo tan poco usual y con cosas que parecieran ser muy obvias. Las razones, como siempre, son más emocionales que financieras, y ello debido a que la tasa oficial de 6,30 Bs por dólar está excesivamente más barata que cualquiera de los dólares alternativos, por ejemplo con el dólar Sicad, que es el que más se le acerca con un precio aproximado de 11 Bs por US $ (y eso, si eres uno de los afortunados que resultaste adjudicado).
Esta diferencia tan abismal entre las tasas de cambio nos recuerda la época del “’Ta barato, dame dos”, la cual no vivimos en nuestro país desde hace varias décadas. En fin, cualquier cosa que se compre en el extranjero suele ser simplemente “muy económica”, y por “X” o por “Y”, hay que comprarla y traerla a Venezuela. Esto tiene como consecuencia que la decisión más difícil cuando se va de compras al extranjero no es si comprar o no, ya que esa pregunta está más que respondida financieramente, sino “qué” comprar para utilizar el cupo de la forma más inteligente posible y hacer rendir lo que previamente nos ha aprobado Cadivi.
Todavía recuerdo con mucha jocosidad que hace aproximadamente 5 años fui de compras a uno de los centros comerciales más famosos de Miami en la época de rebajas de “Thanksgiving” (Black Friday), cuando caí en la tentación -producto del cansancio de llevar casi 5 horas caminando, haciendo compras y atiborrado de bolsas-, de comprar por 75 US $ unos aparatos que servían para automasajearse los hombros. Cosa muy gratificante en ese momento, más todavía con la agradable vendedora haciéndome una demostración en mi espalda.
Era de esperarse que esos aparatos no los iba a utilizar más nunca, y fueron a parar a la basura años después de haber agarrado bastante polvo, no sin antes hacerme la pregunta de cuántas cosas interesantes me hubiera podido comprar con ese dinero y con el que gasté en otras necedades, de paso, completamente innecesarias.
Por eso, aquí te doy unos tips que he puesto en práctica desde entonces:
Hago una lista de las cosas realmente necesarias desde que estoy en Venezuela. Esto me ha funcionado mucho, ya que me ayuda a enfocarme en lo que necesito y no en lo que mis emociones me dicten cuando esté frente a una vidriera, con el anuncio de “Sale” (“Rebajas” en español) frente a mí. Esta lista, inclusive, la he hecho cuando estoy montado en el avión.
Si voy a viajar por varios días dedico el primer día a recorrer todas las tiendas, sin hacer compras de ningún tipo. Es más, si es posible, dejo las tarjetas de crédito en el hotel. Hacer esto es muy útil para calmar la ansiedad y para ver las cosas con objetividad.
Cuando consigo algo que está en la lista de las cosas previamente acordadas, anoto el precio y la tienda donde lo están vendiendo y así voy haciendo un estudio de mercado para saber dónde lo voy a comprar definitivamente.
Si me voy antojando de otro tipo de producto, lo cual es completamente normal en este tipo de viaje, lo anoto igualmente pero en otra lista aparte.
Cuando llegue el día de hacer las compras, acudo al local comercial que me dé el mejor precio, servicio, garantía, etc. La prioridad máxima la tienen los artículos que, desde Venezuela, determiné que eran los que iba a adquirir.
Si me ofrecen una garantía por 1 o 2 años para el producto que estoy comprando, averiguo si en Venezuela hay oficinas de la empresa/marca que desarrolló el mismo. Nada más desagradable que gastar 100 US $ en una garantía que no le voy a dar uso nunca, ya que en Venezuela no me la van a honrar.
Si ya entré en la vorágine de las compras (donde las emociones ya están haciendo de las suyas), y veo otras cosas “interesantes” para comprar, me obligo a dejarlas hasta el final del día, después de que haya comprado todo lo realmente necesario. Seguramente al final del día el agotamiento sea tal que no tenga ni ánimo de ir a esa tienda a comprar el artículo del cual me había antojado y, mucho menos, si no es de gran necesidad.
Si cometí el error de comprar algo que realmente no necesitaba y me he arrepentido de ello (del cual me voy a dar cuenta casi que inmediatamente por el cargo de conciencia que voy a tener) debo tomar en cuenta que en algunas ciudades permiten que se devuelva la mercancía, por lo que procedo inmediatamente a hacerlo. Es bueno estar al corriente de las leyes en cada ciudad para conocer mis derechos como comprador.
Recuerda que debes quedarte con algo de efectivo o disponible en tu TDC para algún imprevisto, o simplemente para pagar el impuesto de salida del país donde estás viajando.
Con estos TIPS evitarás comprar “necedades”, y tendrás más posibilidades de llevarte a tu casa las cosas que realmente te hacía falta comprar.
Te comento algo que me lo dijeron en un curso de inversiones y me ha servido de guía durante muchos años.
“No utilices tanto tu dinero en productos, sino en experiencias”.
“Está comprobado que el momento de mayor emotividad cuando compras algo, es justo antes de pagarlo, ya que después que lo compras, la sensación nunca no va a ser igual”.