En primer lugar, nosotros estamos ahí desde el año 2002. En ese año fundamos el comedor, donde tomamos ese galpón que estaba tomado. Allí se reparten alrededor de 500 cenas. Sabemos que la única comida que tienen esos chicos es la nuestra.
Sabemos cómo es el tema de la droga, cómo se manejan los transas. Le pedimos a la nación que nos ayudara porque sabíamos que podían tomar el galpón para hacer un negocio inmobiliario.
Los funcionarios mandan a la policía a negociar cuando se sabe que ellos tienen relaciones con los narcos. Nosotros lo habíamos anticipado hace tiempo. Yo lo viví en carne propia. Al no apoyar el gobierno de turno, nos metieron la droga en la villa. Con una pistola que tengo registrada, fui a buscar a uno de los transas que le había vendido droga a mi hijo para matarlo pero por suerte no lo encontré. El arma la denuncié como extravío y mi familia me hizo tirarla.
Hay un trabajo social que están haciendo los narcos ya lo hemos comprobado. Esto mismo está ocurriendo en otras provincias.