Desde que éstas se hicieron tan populares muchas personas le dedican gran tiempo de su vida, y muchas veces sin darse cuenta se convierten en unos verdaderos adictos, todo el día pegados a ellas, observando lo que hacen sus contactos, posteando y comentando una y otra vez.
Al que le gusta todo. Para ahorrar tiempo, en vez de escribir algo en los posteos que le interesan, se limita a hacer click en “Me gusta”. Como consecuencia, sus amigos se ofenden porque cuando cuentan alguna noticia triste a través de Facebook reciben un “Me gusta”.
El chequeador compulsivo. Revisa su teléfono cada dos minutos en busca de nuevos tweets o fotos en Instagram, sin que le importe qué está haciendo o con quién se encuentra. Ya nadie soporta salir con él porque no presta atención.
El que odia las vocales. Se deshace de todas las vocales que puede en sus tweets con el afán de aprovechar al máximo sus 140 caracteres.
El autorreferencial. Contesta la mayor parte de las preguntas que le hacen de la siguiente manera: “Deberías leer lo que escribí en mi blog acerca de eso”. Usualmente termina generando rechazo en sus círculos sociales.
El amante de las alertas. Dispone su teléfono para que alertas sonoras le avisen ante cualquier cosa que pueda ocurrir: tweets, retweets, comentarios o fotos compartidas. Entonces, ante cada zumbido del celular, deja de preocuparse por lo que está haciendo para checar qué pasó.
El iracundo. Se enoja violentamente cada vez que una red social falla o se cae su sistema. A pesar de las nulas consecuencias que puede tener para su bienestar la imposibilidad de tweetear algo durante algunos minutos, la ira lo afecta durante horas.
El gurú social. En su tarjeta de presentación se autodefine como “Social Media Guru”. El problema es que en la actualidad, casi todo el mundo es un experto en redes sociales.
El creador de verbos. Convierte en verbos a las redes sociales. No puede evitar utilizar frases como “necesito Instagram esto”, o “voy a Reddit lo otro”.
El socialmente influyente. Permanentemente revisa su nivel de influencia en todos los sitios que dan un puntaje. El problema es que al estar más preocupado por ver la incidencia que tiene deja de escribir y subir cosas influyentes, y termina dejando de ser influyente.
El que se anota en todo. Se asocia a los sitios de todos los lugares que le interesan: clubes, bares, restaurantes. De tanto tiempo que dedica a asociarse, no le queda tiempo para ir a esos lugares.