“Es un camino que empezó con un trago amargo. Cuando tenía 10 años, una maestra me dijo que nunca iba a servir para las matemáticas”.
“No podía creer cómo una maestra podía definir mi futuro. Estudiando, la materia me pareció fácil”.
“Con el correr de los años, la matemática era lo que mejor se me daba”.
“Luego, sucedió que siendo docente de la universidad veía que mis alumnos se esforzaban y no obtenían resultados. Ahí, descubrí que estaban haciendo algunas cosas mal”.
“En general, los docentes están cambiando y enseñando de distintas maneras. Pero también, el alumno hace cosas mal”.
“Estamos estudiando de la misma forma que hace 300 años”.
“Los aspectos de mejora abarcan tanto a los docentes como a los alumnos. Los docentes se interesan en cómo aprende el cerebro para poder enseñar mejor”.
“Lo primero y lo más importante es entender cómo funciona el cerebro. No le interesa el contenido irrelevante, debo enseñar el porqué y el para qué de lo que le estoy enseñando”.
“No es lo mismo decir que alguien tiene que estudiar un tema porque sí, a decirle que eso que está estudiando le va a permitir desarrollar distintas cosas”.
“Cuando se entiende eso, al alumno todo se le simplifica”.
“El cerebro no se concentra por periodos largos de tiempo. Le puede pasar a cualquiera que, por ejemplo, está mirando una película y se distrae después de cierto tiempo”.
“Hay que dividir el periodo de estudio en periodos cortos de 25 o 30 min para hacer un descanso activo como hacer algún ejercicio de respiración”.
“Con este tipo de cambios tan sencillos, la capacidad de aprendizaje cambia mucho”.
“Ninguna de las técnicas que yo enseño son muy fáciles de incorporar”.
“Cambiar la corporalidad puede modificar la química del cerebro para que las personas se sientan más tranquilas”.
“Veo que todo este tipo de implementaciones están cada vez más cerca de las escuelas y las universidades”.