“No noto una desaceleración de los precios. Todos los meses tenemos nuevos aumentos”.
“Tenemos una gimnasia, cada vez que uno va al mayorista venimos con una factura y tenemos que cambiar los precios”.
“Los lácteos subieron un 10%, mermeladas un 7%, la azúcar la están cobrando 600 pesos al costo”.
“Vamos a un mayorista, miramos los precios y uno trata de tener en la memoria el costo. Recibimos los flyer de las promociones que tienen en el día y le buscamos la vuelta para tener precios competitivos”.
“Antes, algunas empresas que nos proveen en forma directa, nos avisaban de los aumentos. Ahora tenemos un cambio de precio permanente”.
“Manejar el mal humor de la gente es algo cotidiano, pero los clientes saben que no es responsabilidad nuestra”.
“Cada vez que aumentamos, las compras bajan. A nosotros no nos sirve aumentar”.
“La gente tiene un comportamiento de compra hasta el día 15 y luego ya eligen comprar segundas o terceras marcas”.
“Hoy, viene mucha gente y nos dice si podemos fraccionar el azúcar en medio kilo”.
“El cliente de todos los días nos dice si le podemos fiar cuando le faltan algunos días para cobrar”.
“Los lácteos son fundamentales para los chicos y lo más lógico era que una madre viniera a comprar leche o yogurt y hoy hablamos de un precio de 300 o 400 pesos en esos productos”.
“Bajó la venta de la leche y es lo que no debería pasar porque es primordial para los chicos”.
“No puedo arriesgar a no reponer mercadería porque, cuando toca reponerla, se pierde plata”.
“La primera marca de azúcar no está en ningún mayorista. Se consigue solamente las alternativas y nos restringen la cantidad que podemos comprar”.
“Comer se convirtió en un privilegio. Esperamos una inflación de los alimentos en casi 11 puntos”.
“Siento que estamos en una calle en bajada y que el auto no tiene frenos. No sabemos donde estamos parados”.