“Yo nunca viví bajo amenazas mientras vivía con él. Las amenazas comenzaron una vez que comencé a hablar con la prensa. Hace mucho tiempo que ya no vivíamos juntos. Todavía no logro divorciarme. No consigo un abogado de familia que quiera agarrar mi caso. Vandenbroele no está apurado en separarse. A mí me gustaría divorciarme ya. Si me quedara con la mitad de Ciccone se lo donaría a mi provincia de Tucumán que tan mal le han hecho los corruptos.
Cuando el empieza a trabajar con Boudou y los trabajos ilegales cambio sus hábitos, salir de noche, no volver a casa, y comenzó a tener una vida paralela. Yo no sabía que hacía, el me decía que estaba en una reunión de trabajo que se había extendido. Todo esto me llamaba mucho la atención. Yo descubrí su verdadera situación de manera paulatina. De a poco el me fue confesando que estaba trabajando para Boudou y tiempo después me entere que Boudou había colocado a su hermana como responsable de Anses. El me decía que trabaja para los dos, tanto para Boudou como para Carmona. La justicia ha comprobado que todo esto sucedió. Yo sabía que lo que decía era cierto, pero también sabía que estaba en la Argentina donde la justicia es corrupta y protege a los políticos. Fueron momentos durísimos porque estuve muy desprotegida. Yo soy una ciudadana común. Hoy estoy un poco más tranquila porque me siento que me cuidan y que están atentos a mí. La justicia ha dicho en su fallo que todo lo que yo decía era cierto. Valió la pena porque uno de mis objetivos era demostrarles a mis hijos que hay que ser honesto. Creo que ahora hay otra mirada de la sociedad hacia mí, que me permite estar más tranquila. Yo lo veo todas las semanas a Vandenbroele cuando viene a retirar a nuestra hija.”